DESCUBRIENDO TESOROS DE A CORUÑA (Parte 2)

Mirador do Ézaro

 Aquí estamos una semana más, puntuales a nuestra cita, para seguir compartiendo lugares increíbles de nuestra Galicia. La semana pasada os dejamos con la primera parte de un maravilloso fin de semana, y en esta ocasión continuamos contando nuestro periplo descubriendo tesoros de la provincia de A Coruña.

 Nos habíamos quedado camino a nuestro alojamiento durante las siguientes dos noches. Continuando en Serra de Outes llegamos a una aldea llamada Albeida, en la que perfectamente indicado durante todo el último tramo de camino por carretera llegamos a las impresionantes «Cabanas de Albeida», un conjunto de cabañas en el árbol y de «pallales» acondicionados para el disfrute de una forma íntima y en contacto con la naturaleza, sin olvidar ni una sola comodidad.

 Con un concepto de alojamiento tranquilo, sostenible, de madera (que nos relaja muchísimo), y con unas vistas impresionantes a la ría. Todo está pensado en el espacio (aparcamiento amplio, caminos al lado de bosque) y en el alojamiento (en nuestro caso un pallal): la cocina perfectamente funcional, dos literas (que sin duda las probarán nuestros hijos la próxima ocasión), un salón con sofá cama, mesa con sillas, y una gran televisión con muchos servicios. Subiendo las escaleras nos encontramos con la habitación, luminosa y muy espaciosa, con el baño integrado en la misma (pero sin incomodar ni desentonar), una cama enorme y cómoda, televisión, y una gran terraza con mesa y bancos de madera, unas vistas impresionantes y un espectacular jacuzzi con velas y cromoterapia, todo un lujo darse un baño en el exterior, disfrutando de las vistas y con privacidad. Y todo dentro de una relación calidad-precio inmejorable. Sin lugar a dudas un sitio en donde desconectar, relajarse, descansar y disfrutar.

 Ya al día siguiente, y después de descansar con el enorme relax del lugar, decidimos levantarnos un poquito temprano con la intención de aprovechar bien el día visitando lugares especiales que teníamos cerca de allí.

 El primero en esta ruta fue la fervenza de Santa Leocadia. Transitando por la carretera que va de Pino do Val a Outes, en el Concello de Mazaricos, nos encontramos con una ermita, que da nombre a la fervenza, y una zona amplia de aparcamiento. Desde allí por un sendero y a pocos metros nos encontramos con esta bella caída de agua, alrededor de 6 metros, en dos brazos, que al estar entre dos grandes paredes formadas por la naturaleza, deja una visión de entrada mágica a otro mundo. Un bello lugar para conocer y relajarse.

 Continuando el recorrido por las fervenzas de Mazaricos nos dirigimos a otra muy cerca de la anterior, la fervenza de Chacín, situada en la parroquia de Santa Baia de Chacín. Allí, si damos con el inicio del camino correcto (no indicado), después de recorrer un tramo de bosque, llegamos a un indicador de fervenza con una flecha que nos hace descender por un pequeño sendero hasta llegar a la base de esta preciosa caída de agua, que forma un hermoso rincón junto a la vegetación abundante de la zona. El sonido del agua cayendo con fuerza sobre la poza que se forma y rodeados de árboles, uno de esos enclaves mágicos en donde uno se quedaría ya el resto de la mañana .

 Aunque teníamos cerca la otra fervenza que hay en la zona, la de Fírvado, sabiendo que el acceso a ella es más complicado y por lo tanto íbamos a tardar más, decidimos dejarla para otra ocasión y poner rumbo hacia el pueblo de O Pindo, en donde habíamos reservado mesa para comer.

 A las faldas del impresionante Monte Pindo (que ganas tenemos de hacer las rutas que hay allí) nos encontramos con este pequeño pueblo, con una preciosa playa. El lugar al que íbamos a comer, «A Morada da Moa», llevados por opiniones leídas en la red, es un restaurante que por fuera quizás habríamos pasado por alto, pero os aseguramos que es un restaurante muy recomendado y que bien merece la pena.

 Nada más entrar en el establecimiento, nos llamó la atención la cuidada decoración y estética del lugar, así como la amabilidad de sus camareras desde el primer al último momento. Se trata de un restaurante de dos tenedores, con el sello de calidad turística, y sello km0 MarGalaica que identifica los mejores platos de pescado y marisco de los restaurantes comprometidos con la pesca artesanal y sostenible, y que garantiza que el restaurante ofrece fundamentalmente marisco y pescado procedente de lonjas locales. Trabajan con una fusión de cocina gallega y peruana, que fue lo que nos llevó a querer probar este viaje en la mesa.

 Tras mucha indecisión a la hora de elegir los platos a pedir, ya que había muchos que nos atraían, nos decidimos por unos entrantes a compartir: zamburiñas y gambas crujientes con mahonesa de curry y maíz; las zamburiñas frescas, de buen tamaño, sabrosas y en su punto perfecto, y las gambas crujientes pero tiernas por dentro, con una salsa buenísima, sabrosa pero suave, que se nos quedó corta en plato y que, muy atentamente, una de las camareras nos trajo más en un cuenquito para que pudiéramos acompañar las gambas que aún nos quedaban.

 Y a continuación Anna se decantó por un ceviche y yo por una croca de ternera. El ceviche como veréis en la fotografía es de los de libro, abundante, con lubina, pulpo, zamburiña, langostino, cebolla, cilantro… y un aliño espectacular y sabroso que hacía que Anna aunque ya estuviera llena no fuese capaz de parar de comer más (aquí también agradeció el aviso de las camareras de tener cuidado con la guindilla del plato, para que lo disfrutara sin necesidad de echar fuego por la boca). La croca espectacular también, hecha en su punto (así la pedí cuando me preguntaron), con acompañamiento de patatas fritas y ensalada, con una salsa de champiñones y manzana, todo riquísimo, la carne tierna y sabrosa, y buena cantidad (que como buen gallego me gusta así).

 Ya bastante llenos, pero con el hueco para el postre, nos decidimos por dos para compartir: La Delicia Monte Pindo, que consiste en helado de fresa, melón, fruta de la pasión, piña y mora, con frutitas encima; y Delicia de mandarina, helado de mandarina acompañado de fruta. Los dos eran deliciosos, muy frescos para después de una comida copiosa y sorprendentemente cremosos.

 En conclusión, un restaurante que merece muchísimo la pena por la atención de su personal y su propuesta gastronómica, que además va acompañado de un precio excelente para la calidad y cantidad de lo que sirven. Nosotros sin pensarlo dos veces cuando estemos por la zona repetiremos para probar esos platos que se nos quedaron atrás esta vez.

 Con el estómago bien lleno, nuestra intención era la de ir a fotografiar la fervenza de Ézaro, en la que ya estuvimos en varias ocasiones, pero al llegar allí, ya desde el coche vimos que bajaba poco caudal de agua, por lo que decidimos posponer la visita y subimos al mirador a sacar alguna foto y disfrutar de las hermosas vistas.

 Tras posponer nuestra visita a Ézaro, nos desplazamos a pocos kilómetros al lugar de A Noveira, también llamado A Nuveira, en donde podemos admirar la fervenza de A Noveira. En un lugar de muy fácil acceso, con amplia zona de aparcamiento al lado de una depuradora, donde tras ella nos encontramos esta sorprendente caída de agua de alrededor de 10 metros de altura sobre rocas de granito rosa, que dejan surcos y cavidades preciosas formando pequeñas y grandes pozas antes de seguir su curso el río. Un paraíso bastante desconocido cerca de otro tan conocido como es Ézaro.

 Como todavía nos quedaba tarde por delante aún nos animamos a conocer otro lugar que teníamos pendiente y nos apetecía mucho por las fotos que habíamos visto. En la entrada a la ría de Muros y Noia, camino a la Costa da Morte, nos encontramos un paraje espectacular de postal fotográfica, se trata del Monte, Laguna y Playa de Louro, un conjunto de cuento. 

 Metido en el mar vemos una increible cima de dos picos de granito, se trata del Monte Louro, que podemos recorrer toda su circunferencia, en su mayor parte pegada al mar, con su faro en uno de sus salientes. A sus pies nos encontramos la playa de Area Maior (más conocida como playa de Louro), un extenso arenal de fina arena en donde es fácil encontrar muchos surfistas surcando sus aguas con las tablas, ya que tiene un oleaje continuo y grande. Y para hacer todavía más especial el paisaje, al otro lado la Laguna de As Xarfas con un ecosistema dunar con gran importancia botánica y faunística, en el que a lo lejos pudimos ver muchas garzas campando a sus anchas.

 Allí nos quedamos hasta ver el solpor, aprovechando la buena temperatura y los cielos despejados.

 Después de este día tan completo, con casi 11 horas recorriendo lugares, nos fuimos de vuelta a las Cabanas de Albeida a pasar nuestra última noche de este increíble fin de semana. Un baño en el jacuzzi mirando la luna y las estrellas y con un chupito de licor café, ¿se podría pedir más?

 Y aquí se acabó nuestro fin de semana en tierras coruñesas. Momentos únicos y especiales en la mejor compañía posible y descubriendo más lugares de nuestra Galicia Desconocida.

 

* NOTA: En próximas entradas del blog detallaremos en profundidad: Cabanas de Albeida, Fervenzas de Santa Leocadia, Chacín y A Noveira, y del complejo del Monte y Laguna de Louro, con la información útil (coordenadas, accesos, dificultad, etc.).

  COORDENADAS:  N 42º 53´ 35.7″ W 9º 08´ 04.7″ (Restaurante Morada da Moa) 

  ACCESO: Muy fácil

  ADAPTADO:

  NIÑOS:

  PERROS: No

2 comentarios en «DESCUBRIENDO TESOROS DE A CORUÑA (Parte 2)»

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