Antes de comer y dirigirnos hacia el Pozo dos Fumes, decidimos subir un poco para adentrarnos en las calles de Pazos de Arenteiro. Esta preciosa aldea, enclavada entre los ríos Avia y Arenteiro, está declarada desde 1973 Conjunto Histórico-Artístico, y paseando por sus estrechas calles nos queda muy claro por qué.
Andando por sus entresijos, ya vemos que el nombre no viene de la nada… un montón de pazos y casas señoriales, una tras otra, se encuentran a cada paso que damos. Aquí no solamente las calles tienen cartel, sino que cada casa de las citadas disponen de su propia placa con el nombre.
En esta pequeña aldea se conserva la tradición vinícola, ligada a ella desde muchos años atrás. También los Templarios, la Orden de Malta, e incluso buscadores de plata, habitaron este paraje.
Llegamos a la Iglesia de San Salvador, que es lo que permanece del Monasterio de La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta. De hecho en el tímpano de la puerta de entrada, podemos ver una Cruz de Malta, que deja testimonio de las órdenes que habitaron la villa.
Una vez caminado un poco por sus calles, decidimos volver al puente en el que empezamos, ya que hacía mucho calor y tocaba hacer parada para comer.