¡Y aquí estamos una semana más! Esta vez para descubriros (o no) un lugar que no deja a nadie indiferente: las Salinas de Ulló, en Vilaboa (Pontevedra). Es una visita perfecta para medio día, que nosotros combinamos con la Fervenza da Feixa, de la que os hablamos en nuestro anterior post y al que podéis acceder aquí.
Muchas veces pasamos por la carretera general que transcurre muy cerca de las salinas, y vimos el cartel indicador y las preciosas vistas de esa zona de la ría. Por ello esta vez que estábamos cerca, nos animamos a acercarnos a conocer el lugar.
¿Cómo llegar a las Salinas de Ulló?
Nos dirigimos por la carretera PO-554, y en su paso por Vilaboa, si estamos atentos al lateral que mira hacia la ría, veremos más de un desvío indicando el acceso a las salinas. Al llegar allí hay un pequeño aparcamiento. Decimos pequeño porque en momentos de mucha afluencia de visitas tendremos que continuar un poco para poder aparcar a un lado de la carretera, en donde disponen de algunas plazas más.
Ya al pasar cerca de las salinas vemos la magnitud de las mismas, y estábamos deseando bajar del coche y recorrer toda la zona. El recorrido está perfectamente indicado, es muy sencillo de realizar, no es largo y es circular, lo que lo hace ideal si vais con niños.
Un poquito de la historia de las Salinas de Ulló
A comienzos del s.XVII, Pontevedra tuvo la necesidad de tener sus propias salinas, y por ello un matrimonio solicitó la cesión del terreno para construirlas. Luego en 1693 los descendientes cedieron las salinas y sus aledaños a la Compañía de Jesús. Hasta su cierre a mediados del s.XVIII (por la expulsión de los jesuitas por el rey Carlos III) siguieron funcionando y creciendo, algo que se puede ver en el tamaño que llegaron a ocupar. Disponen de dos vasos con funciones diferentes en la obtención de la sal. En uno, el más extenso con más de 12 hectáreas, se estancaba el agua realizando el primer evaporado con el sol. En el otro, entorno a 8 hectáreas divididas en cuadrículas, el agua acababa de evaporarse durante 15 días y la sal se cristalizaba. Por este proceso recibían el nombre de «cocederos».
Empezamos a andar ...
El sendero empieza por un camino de tierra que se interna en una zona de arboleda sobre el agua, que recuerda a pequeños manglares. Podemos ver marismas formadas por las propias salinas en desuso. Estas áreas sirven ahora como cobijo para una gran variedad de aves.
Internándonos en una zona de bosque, tenemos una indicación para desviarnos hacia la «Granja de las salinas». Cuando leímos sobre estas ruinas teníamos nuestras dudas. Muchas veces, se ensalzan ruinas de edificaciones que luego no resultan más que «cuatro paredes y piedras» y ya… Pero os aseguramos que éstas sí que son totalmente recomendables. Y ya no digamos si vais con niños, ya que dejarán volar la imaginación.
Ruinas de la Granja de Ulló
A principios del s. XIX, Juan José de Arana compra la mayoría de los terrenos de las antiguas salinas para crear una importante explotación agraria. Aprovechando lo que tenían los jesuitas próximo a las salinas, construyeron dos casonas en forma de «L». Estas casas estuvieron habitadas hasta principios del s.XX por los apoderados o caseros de la Granja de Ulló, para luego pasar a manos de la naturaleza y el paso del tiempo.
Y así es como nos la encontramos hoy en día. Llegamos a una entrada que nos lleva a un lugar misterioso y mágico. Sin saber muy bien qué nos vamos a encontrar allí, empezamos a serpentear las antiguas salas de una de las casonas, invadidas por arbustos y árboles. Nos sorprende enseguida las medidas y la altura que tenían estas edificaciones, con sólidos muros. Continuamos hasta llegar a una sala con los restos de una escalera, bajo la que se sitúa una de las varias «lareiras» enormes que hay en este complejo.
Llama la atención, dentro de que son unas ruinas, el buen estado de conservación de algunos elementos como las «lareiras», chimeneas, hornos, escalinatas… Y continuamos hacia la segunda casona. Tan pronto entramos nos impresiona la gran escalinata y la enorme «lareira», todo perfectamente conservado. Al igual que una sala en la que creció un árbol enorme, que podemos ver desde el piso de arriba si subimos.
Recorrer estas salas y alrededores es imaginar y soñar en historias de otros tiempos, en la vida y secretos que esconden todas esas paredes. Realmente vale la pena pararse un momento y adentrarse. Sin esperar ver un palacio, porque entonces sorprenderá. Y ya os podéis imaginar a los niños inventando multitud de historias por allí… Eso sí, que estén siempre acompañados de un adulto, para vigilar los desniveles y los huecos que hay en algunas salas, y así evitar sustos innecesarios.
Siguiendo el sendero de las Salinas de Ulló ...
Regresamos a la bifurcación anterior y continuamos el camino que estábamos recorriendo. Así llegamos a uno de los grandes atractivos de este espacio: el dique. Se trata de un gran dique de piedra que cruza uno de los vasos de la salina para retener el agua. Se puede pasar caminando, ver la Isla de San Simón mientras parece que estás sobre el agua, e incluso los restos de un molino de marea. A los niños les encantará caminar sobre estas piedras, pero mucho ojo para que no se den un chapuzón imprevisto.
Desde aquí podemos ver la grandiosidad de las salinas, y accedemos al otro lateral, en donde hay un paseo habilitado, con algunos bancos y barandillas. Podemos ver (aparte de distintas aves que habitan en las antiguas salinas y que se sitúan más lejanas) cisnes y patos que se acercan al borde del paseo esperando algo de comida, y haciendo las delicias de los mas pequeños.
Y así llegamos de nuevo a nuestro punto de partida, bordeando el agua y disfrutando de los últimos rayos de sol en un paraje tan hermoso.
Son muchas las ocasiones en las que desconocemos la existencia de un lugar aún pasando habitualmente por una carretera cercana. Esto fue lo que nos ocurrió con el caso de las Salinas de Ulló. Como no queremos que a vosotros os suceda lo mismo aquí os dejamos todos los datos para que os animéis a visitarlas. Y así seguiremos haciendo con muchos más lugares con encanto de nuestra Galicia Desconocida.

COORDENADAS: N 42° 21′ 09.4″ W 8° 37′ 53.5″
ACCESO: Muy fácil
DIFICULTAD: Baja
ADAPTADO: Sí, aunque no tenemos claro el dique por el firme irregular
NIÑOS: Sí
PERROS: Sí