CASTRO DE BORNEIRO (Cabana de Bergantiños)

Panorámica Castro Borneiro

 Esta semana os seguimos desglosando los lugares que visitamos y que nombramos con una pequeña descripción en nuestro post de «Descubriendo tesoros de A Coruña (Parte 1)». Hoy es el turno de un enclave que no deja a nadie indiferente, el Castro de Borneiro.

 Para llegar tendremos que circular por la carretera AC-430. Pasado el núcleo de A Regueira nos encontraremos un cartel a pie de carretera con un camino que asciende. Podremos subir con el coche por aquí hasta llegar a un aparcamiento. Allí, a unos pocos metros, ya tenemos el acceso al castro. También podemos continuar por la carretera AC-430 unos metros hasta llegar a otra zona de aparcamiento. Aquí aún hay que andar un poco más. Pasaremos el riachuelo para acceder por lo que era la entrada principal del castro. Nosotros escogimos el primer acceso porque había trazas de que llovería pronto. Así estábamos más cerca del coche (ya que no llevábamos paraguas ni nada que nos protegiera).

 Tras aparcar en la pequeña explanada a la que nos lleva el camino, nos encontramos en medio de un precioso bosque (a un paso de la carretera) que nos avanza el hermoso paisaje que encontraremos a unos metros. Llegamos a una pasarela de madera, con rampa totalmente accesible, que sube sobre un pequeño montículo. Al llegar al final de la pasarela nos espera un panel con toda la información bien detallada del castro. Y antes de bajar más, el majestuoso castro. Allí, en el medio del bosque, anclado en el tiempo, llevándonos a épocas pasadas.

El Castro de Borneiro, o también llamado Castro de A Cibdá o Cidá (la ciudad) es un impresionante poblado fortificado permanente, habitado entre los siglos IV a.C. y I-II d.C. En él vivían alrededor de 300 a 400 personas, que se dedicaban principalmente a la agricultura y la ganadería. Dicen que es de los pocos que nunca fueron romanizados. En él nos encontramos un complejo sistema de defensas con tres líneas de murallas y fosos. Se puede distinguir en la parte superior (por la que accedimos) el recinto principal o «croa», donde se encuentran las construcciones domésticas, y el antecastro, dedicado a labores agrícolas. Y en la entrada principal (por la que se accede desde el otro aparcamiento) destaca el barrio exterior, que sería un espacio balneario con un fin ritual.

 Primero fuimos yendo por arriba del montículo que rodea la zona superior para verla toda desde esa perspectiva, hasta llegar al foso que divide las zonas. Es una verdadera maravilla admirar la magnitud de estas edificaciones.

 A continuación, nos dirigimos hasta la entrada principal. La intención era entrar desde allí caminando por todos los rincones, y tener esa sensación de regresión para sentir como era aquello. De ese modo pudimos visualizarlo de otro modo, más conectados con el entorno y las energías que emanan del lugar.

 Nos encontramos una entrada que en su momento debía ser impresionante, con dos puertas ornamentales, una de ellas con un cuerpo de guardia. Las murallas podrían disponer de una cerca de madera y tener una altura en algunos puntos de hasta 5 metros. Todo esto haría una visión fortificada de este castro verdaderamente llamativa.

 Nos adentramos en el barrio exterior, en el que nos sorprende uno de los elementos más destacados, una construcción identificada como sauna (una de las cuatro aparecidas en Castros gallegos). Presenta varias salas diferenciadas por su temperatura, entre las que destaca la zona de vapor y el horno. El acceso a la sala de vapor era a través de una gran losa, que se llama Pedra Formosa (piedra con un agujero a nivel del suelo cuyo pequeño tamaño obliga a entrar tumbado). Se conserva perfectamente y nos llamó muchísimo la atención porque nunca lo habíamos visto. Se supone que estos espacios no sólo tenían función balnearia, sino también un marcado fin ritual, con celebraciones, ceremonias, veneraciones, etc.

 Continuamos hacia la zona interior y más «vivencial» del castro. Caminamos entre las viviendas circulares. Allí familias de entre cuatro y seis personas dormían, cocinaban y realizaban tareas cotidianas

 Antiguamente, las casas estaban construidas en piedra con techos de materiales vegetales (ramas y paja). Se puede suponer que tendrían alguna pequeña ventana y una puerta de madera. Aunque actualmente sólo se conservan los cimientos y los arranques de las paredes, en su origen podrían alcanzar una altura de 4 metros.

 También, aparte de las viviendas, nos encontramos lo que probablemente serían cuadras, almacenes o talleres de artesanos. Incluso, por las herramientas y objetos de metal encontrados en las excavaciones, se confirma la posibilidad de la existencia de un taller metalúrgico de producción local.

 Son lugares mágicos, en los que se siente algo diferente, y andar entre sus piedras es una experiencia si pensamos en todo lo que en su día se vivió allí.

 Y aquí va una anécdota (para que tengáis cuidado y que no os pase a vosotros). Metí la llave del coche en un bolsillo, y andando por allí, subiendo y bajando, se me cayó, y me di cuenta cuando íbamos hacia el coche… ¿Solución al problema? Anna y yo recorriendo todo el castro en busca de la llave, por lo que estuvimos un buen rato allí en una misión casi imposible. Bajo la lluvia, como exploradores entre las piedras y, por suerte, con un buen final, ya que Anna encontró la llave y pudimos continuar nuestro camino.

 Un enclave realmente mágico, en el medio del bosque, con una conservación muy buena y mucho más espectacular de lo que se puede ver en las fotografías (a nosotros nos pasó cuando nos llamó la atención al verlo en fotografías, pero al llegar allí nos impresionó todavía más). Un lugar para soñar e imaginarse la vida de nuestros antepasados hace muchos años en nuestra Galicia Desconocida.

Panorámica Castro Borneiro

  COORDENADAS:   N 43º 11´ 40.84″  W 8º 57´ 8.42″  

  ACCESO: Muy fácil

  DIFICULTAD:  Baja

  ADAPTADO: Se puede acceder a la entrada del castro y a la vista general de la zona                              superior a través de la pasarela de madera.

  NIÑOS:

  PERROS:

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